Tu palabra


Encontré un tesoro

martes, 2 de junio de 2009 | Hay 1 comentarios

Carlos iba camino del colegio, hoy tenía dos exámenes y caminaba recordando las capitales de Europa y cómo tenía que resolver las ecuaciones. Iba tan metido en sus pensamientos que no se fijaba por donde caminaba, es cierto que se trataba del mismo camino que hacía cada día varias veces, así que lo podía hacer con los ojos cerrados.
Recorriendo en su cabeza los países de norte a sur, no cayó en la cuenta de que su mejor amigo, Mario, caminaba a su lado, acompañando sus pasos y a la vez salvándole de algún que otro obstáculo del que no parecía ser consciente Carlos.
Casi llegando a la puerta del colegio, Mario le dio un codazo a Carlos y le dijo: “pero si ya te lo sabes todo, deja de gastar neuronas”. En ese momento Carlos se dio cuenta de la presencia de su compañero, de su mejor amigo y cerró la carpeta de sociales en su mente para hablar un rato antes de comenzar la jornada.
Mario le contó entonces que la noche anterior había encontrado, por casualidad, un gran tesoro. En una caja, guardada en un armario, más bien parecía escondida, había descubierto un montón de cartas escritas entre su padre y el mejor amigo de este, había pasado la noche leyéndolas y le habían mostrado algo que desconocía de su padre, el gran valor de la amistad. Su padre y su amigo se habían tenido que separar porque el abuelo de Mario venía a trabajar a esta ciudad y se traía a toda su familia, pero su padre y el amigo habían decidido que cada noche escribirían una carta y al final e la semana se la mandarían entre sí, de esta forma seguirían la tradición de “verse” los viernes para hablar y jugar un rato. También habían hecho un pacto, cuando crecieran irían a la misma universidad y así recuperarían todo ese tiempo en que habían estado separados.
Carlos, escuchaba a su amigo Mario con la misma atención con la que había estado repasando los exámenes.
Tocó el timbre y comenzaron las clases, pero al llegar el recreo los dos querían seguir compartiendo la historia del tesoro encontrado.
Mario continuó contándole que sí se cumplió lo de las cartas, pero que no se llegaron a encontrar en la universidad, ya que el amigo de su padre consiguió una beca para estudiar en el extranjero y ahí se distanciaron, según la última carta que conservaba su padre.
Entonces Mario le dijo a Carlos: “La verdad es que me cuesta decirle a mi padre que he encontrado su tesoro, pero he aprendido mucho y ahora sé por qué me llamo Mario”.
A partir de ese momento Mario y Carlos hicieron un pacto, aunque la vida les llevara a diferentes lugares, nunca se distanciarían, porque su amistad sería siempre “un gran tesoro”.


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